EXPLICACIÒN GRÀFICA DE LA BURBUJA INMOBILIARIA Y SUS CONSECUENCIAS EN ESPAÑA

Nuevo video realizado por Hormiga Negra: Los Ingobernables - Sin Control

Nuevo video de Eterna Inocencia realizado por HORMIGA NEGRA

TRAILER DOCUMENTAL "LA ESCALADA"

viernes, 17 de diciembre de 2010

“Si te pensás fugar, te tenés que fugar”


EL TESTIMONIO DE JAIME DRI EN EL JUICIO POR LOS CRIMENES COMETIDOS EN EL CENTRO CLANDESTINO DE LA MARINA

El único sobreviviente de la Escuela de Mecánica de la Armada que logró escapar relató ayer, en la sala de audiencias de Comodoro Py, su secuestro ocurrido hace 33 años, las torturas que sufrió y cómo consiguió fugarse.

Por Alejandra Dandan
Jaime Dri es el único sobreviviente de la Escuela Mecánica de la Armada que logró fugarse. Esa odisea, que terminó llevándolo a Panamá, empezó con un viaje a la frontera con Paraguay donde los marinos lo llevaron a marcar compañeros. En el juicio oral por los crímenes cometidos en la ESMA, Dri explicó ayer que esa fuga fue una decisión política, pero humana a la vez: no desconocía lo que había pasado con otro de sus compañeros que intentó escaparse del centro clandestino y sabía que los marinos les habían advertido que el próximo intento de fuga iba a significar una muerte colectiva.
“Yo era un diputado peronista con gran representatividad en el Nordeste argentino –explicó–; los que habíamos sobrevivido no éramos perejiles, no quedamos vivos de casualidad, algunos sí, pero la mayoría era gente seleccionada para integrar la centroizquierda en el proyecto de gobierno que pensaba (el almirante Emilio) Massera.” Contó que ese análisis lo “llevó a decir que era una obligación para todo prisionero fugarse”.
Jaime Dri se sentó en la sala de audiencias de Comodoro Py frente a la presencia siempre inmutable del represor Ricardo Cavallo. Arriba lo escuchaba la platea del “club de la pelea”, la tribuna de amigos y familiares de los represores que siguen las derivaciones del debate entre lecturas de novelas policiales, anotaciones y chasquidos detrás de lo que van diciendo los testigos. Al lado del hombre que hasta ahora leía un libro titulado Con un muerto en el placard –y que alguna vez se quejó porque andaba por el cuarto capítulo sin que apareciera ningún muerto– se sentó, como lo hace ocasionalmente, el padre de Cavallo, un anciano con el bastón recubierto en bronce.
“Exactamente ayer –dijo Dri en el arranque– se cumplieron 33 años del día en que el personal del Ejército Argentino y de la Marina, juntamente con fuerzas represivas uruguayas, procedieron a mi detención, si le podemos llamar así, mientras me trasladaba de Montevideo sobre el camino de las playas.” Dri viajaba en un Citroën con Juan Alejandro Barri. Un auto los interceptó, otro los golpeó y volcaron. Intentó correr, consiguió entrar a una casa, pero terminó entregándose, apurado por los gritos aterrorizados de la moradora del lugar, que le pedía por favor que saliera. Dri recibió un disparo en la pierna, la primera herida de una serie de impactos en el cuerpo que iban a marcar su camino por distintos centros clandestinos. Otra bala lo rozó y lo hizo caer. “Ahí lógicamente sentí el calor de la sangre, rápidamente me esposaron con una mano atrás y me cargaron en un auto.” Estuvo secuestrado unos días en Uruguay antes del traslado a la ESMA. Lo tuvieron atado con roldanas, colgado durante horas, recibiendo descargas eléctricas. Alguna vez que la soga se cortó después de varias horas, alguien le dijo: “‘¡Y encima tenés la caradurez de soltarte!’. Imagínese que, aun en esas condiciones, me causaba gracia lo que decían”.
A Buenos Aires llegó en avión con otros prisioneros. Pidió agua durante el viaje, le dijeron que no por los efectos de la picana y esa misma persona le dijo además que no se preocupara: que en el Río de la Plata iba a tomar mucha agua. “Como ven –dijo él–, estoy aquí; en esa oportunidad no me tiraron.”
En la ESMA pasó por la picana y en las primeras horas escuchó al Tigre Acosta, que le pidió que se sacara la capucha. “¿Sabés dónde estás?” Dri dijo que no, pero se había dado cuenta. “Y ahí me da un discurso diciéndome que estábamos en un proyecto político, y me enteré de que Massera quería ser presidente.” Discutieron. Acosta le habló de un plan económico, el mismo plan que Dri todavía escucha repetir cada tanto: le dijo que ellos, los militantes políticos, querían quitarles a los ricos para darles a los pobres, pero que lo que había que hacer era aumentar la torta para repartir más. “Históricamente se probó y está probado –dijo Dri en la audiencia– que aunque la torta crezca, crezca y crezca, son cada vez menos los que tienen acceso a ese crecimiento, en la Argentina y en el mundo.”
Y entonces volvió a la ESMA: “Yo tenía claridad de que no iba a salir vivo de ahí”. Ahí adentro encontró a algunos compañeros que creía asesinados, entre ellos el Beto Ahumada y Nariz, de la Juventud Peronista de Rosario, quien poco después se fugó y detrás de él la Marina emprendió una sangrienta campaña para encontrarlo, lo asesinaron y exhibieron el cadáver a los otros prisioneros. El 24 de diciembre pudieron festejar la Navidad: “Aunque parezca mentira –contó Dri–, nos dejaron sacar las capuchas, pudimos abrazarnos todos los que estábamos en Capucha y me dijeron: ‘Esa que viene es la Gaby, Norma Arrostito’. La Gaby venía con dos bolas porque estaba con grilletes y cadenas en los pies, y nos saludó a todos los que estábamos allí”.
El escape
Dri pasó un tiempo secuestrado en la Quinta de Funes en Rosario. Volvieron a llevarlo a la ESMA. Supo que habían asesinado a Arrostito y de la fuga de Nariz. “Acosta nos reunió a todos en una rueda en el hall de Pecera y nos dijo: ‘Yo quiero saber quién es el próximo Nariz’.” Para sus adentros, Dri se dijo: “Yo soy el próximo Nariz”. Entonces escuchó la amenaza: “Acá no hay próximo Nariz, porque con el próximo Nariz que exista todos se van para arriba”.
Con el tiempo, la Marina montó un operativo cerrojo con los prisioneros para cazar en las fronteras del país a los militantes. “El 9 de julio me tomaba un avión en Aeroparque con destino a Pilcomayo a marcar compañeros que entraban y salían del país.” En ese grupo no estaba solo. Uno de sus compañeros le preguntó, durante una cena, si estaba dispuesto a fugarse. Dri le dijo que no: no sabía si era una trampa o si el otro iba a terminar denunciándolo. Dormían en una estructura de la Marina, a cargo de un soldado. Hasta ahí llegaban las balsas. Una mañana se levantó más temprano que el guardia, empezó a caminar hacia las balsas, pero en el camino se topó con un hombre de Prefectura que se le adelantó y les avisó a los que conducían las balsas que no lo dejaran subir.
“Suelen decir que los momentos de mayor debilidad son los cambios de guardia –dijo Dri–, así que el 19 de julio a la noche me fugué con la llegada del cambio de guardia.” Había llegado el reemplazo. A la nueva guardia le propuso ir del otro lado de la frontera por cigarrillos. Y le aconsejó viajar sin el arma, para no dar explicaciones.
“En la balsa, le puedo asegurar que fue un momento de profunda reflexión; uno finalmente había logrado lo que había estado buscando desde siempre, tenía la posibilidad de sobrevivir y pensaba fugarme.” Sabía que las otras fugas habían fallado, se cuestionó creerse un superhéroe, se acordó de sus compañeros, del Tigre Acosta, y dijo: “Era difícil porque yo estaba vivo, porque ese grupo que estaba en la ESMA me ayudó a sobrevivir, a ser parte de ese engendro que éramos en ese momento los sobrevivientes de Pecera”. Y siguió: “En la balsa me temblaban las piernas y me preguntaba: ‘¿Será el momento? ¿No será apresurado? ¿No será que tengo que seguir?’. Pero dije no: ‘Si te pensás fugar, te tenés que fugar, no busques excusas; o vivís a costa de lo que sea o te fugas’”. Del otro lado del río lo esperaba Paraguay.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Pogrom

Por Alicia Dujovne Ortiz *
Cuando yo era chica, mi madre, bolche si las hubo, solía referirse a un misterioso personaje llamado “pequeñoburgués”. A juzgar por el rictus de sus labios, el tamañito del personaje no la enternecía para nada. Además, la mención del pequeñuelo iba siempre acompañada por la palabra “prejuicio”. Un montón de cosas que a mí me encantaban eran desechadas categóricamente por formar parte del “prejuicio pequeñoburgués”. Con el correr del tiempo tuve por fuerza que admitir la existencia real del enanito, y comprender, de paso, que su pequeñez no sólo se relacionaba con su bolsillo, menos abultado que el del gran burgués, sino con las dimensiones de su cerebro. No es que la gran burguesía no tenga cerebro de mosquito, sino que el del pequeñoburgués se empequeñece en la medida misma de su terror a que los haberes se le reduzcan todavía más, y a pasar de medio o cuarto de burgués a pobre entero. La definición del pequeño burgués y de su prejuicio podría justamente ser: alguien con miedo.
¿De qué? De que el diferente no se le vaya a convertir en semejante o, más bien, de que él no se encuentre de buenas a primeras convertido en otro: pobre, negro y feo. Y maloliente, ya que estamos. Cuando Jacques Chirac quiso congraciarse con la mayoría de pequeñoburgueses prejuiciosos que integra su país, aludió a “los olores” de la inmigración. Lo mismo ha hecho Sarkozy con los gitanos, obteniendo como compensación un 60 por ciento de opiniones pequeñoburguesas favorables, y lo mismito, para decirlo en boliviano, acaba de hacer Macri.
La falta de ternura de mi madre hacia el personajito de marras se basaba en cierto conocimiento de la historia. ¿Cómo se arma un pogrom? Atizando el miedo de los pequeños y, créase o no, su envidia: ese judío ropavejero tiene más plata que yo, a ese negro de mierda lo ayudan con planes y a mí no. Siempre hay un Zar o un Führer que echa leña al fuego y siempre los punteros por ellos enviados con el objeto de excitar al pequeñoburgués encuentran las palabras justas para que el temeroso y/o envidioso, en general buen muchacho, buen padre y buen amigo, se vuelva criminal.
Como uno, lo del buen muchacho, un poco se lo cree, la imagen de la policía y de los barrabravas masacrando a miembros de una de las comunidades inmigrantes más solidarias y laboriosas de la Argentina me impresionó menos que la de los honrados vecinos envueltos en la bandera argentina, como durante la Guerra de la Soja. Que hay violencia organizada lo sabemos, pero calibrar la potencia generadora de esa violencia, su capacidad de avivar la que hasta ahora había permanecido en estado latente en el interior de las vísceras pequeñoburguesas ya cuesta más. Si con alguno de los actores de este drama me identifico, aparte de los bolivianos industriosos, es con el médico al que le dio un ataque al corazón cuando le bajaron al pibe herido de la ambulancia con la pretensión de fusilarlo en tierra. Semiataques a menudo han sabido darme cuando los choferes de taxi me prometían cortar a los negros a rebanadas o, solución final, proponían coserles las trompas a las negras para que no siguieran pariendo, pero una cosa es palpitársela y otra verla.
Lo único que me consuela es que a los bolivianos los conozco. Los conocí antes, mucho antes de que vinieran a sembrar los alrededores de nuestra ciudad, trabajando de sol a sol y llenándonos la vida de plantas y verdura barata, lindas santarritas, zapallos cortaditos con paciencia ancestral (el Conurbano tendrá la napa contaminada, pero igual, para ellos, plantar sobre la tierra negra, viniendo de la luna cenicienta en la que han nacido, es un regalo divino). En los años cincuenta viví de cerca una de las primeras revoluciones latinoamericanas, la del MNR que hizo la reforma agraria en tiempos de Paz Estenssoro y Siles Zuazo. Esa revolución se vino abajo como tantas, pero fue entonces cuando aprendí a admirarlos. Si la definición del enano blanco, también llamado pequeñoburgués, es la de miedoso, la del indio o el cholo boliviano es la de resistente. Un pueblo que ha durado desde el Incario manteniendo el sentimiento comunitario no es tan fácilmente expulsable como lo creen nuestros esforzados patriotas cubiertos de azul y blanco (colores a los que amo demasiado como para que verlos usados para eso no me dé grima). Basta observar a las familias bolivianas distribuyendo sus guisitos de toldo en toldo, o reunidas en círculo y guardando una distancia respetuosa en torno de la viuda de un asesinado, para entender que ese Parque Indoamericano de nombre premonitorio acabará por ser suyo.
Mientras tanto, hemos asistido a nuestro primer pogrom. La Semana Trágica tampoco estuvo mal, pero los que quemaban barbas de judíos eran militantes nacionalistas y niñitos bien. Estos honrados vecinos de los monoblocks de enfrente se hallan lejos de ser pitucos, no están afiliados a nada, no tienen ninguna ideología, salvo la de aferrarse con uñas y dientes a sus bienes y defenderlos de su enemigo, el negro. Es por eso que marcan territorio meando alrededor, lo cual no torna más fragante la historia.
En cambio puede que la torne más peligrosa: tampoco la baja clase media alemana de los años veinte comenzó por tener ideología; lo que tenía era bronca, desazón y, es claro, miedo. Esta que a nosotros nos ha crecido como un grano, como una excrecencia, esta que traiciona la memoria del abuelo, el que llegó con el monito al hombro, se ha desnudado en público, o, como dicen los psi, ha pasado al acto. Su racismo primario, sus dos dedos de frente y, digámoslo con dolor y temblor, sus evidentes ganas de aplastar cráneos la convierten en una excelente materia prima puesta a disposición del que la quiera usar. Por lo visto, alguien quiere.
Concluyo estas líneas con un sentido homenaje (o un feminaje, para no emplear una palabra que no me corresponde en vista de mi sexo) a la extrañada Silvia Bleichmar que, refiriéndose al jefe de Gobierno porteño, escribió con sencillez: “Esto es El huevo de la Serpiente”.
* Escritora.
FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/158714-50920-2010-12-15.html

lunes, 6 de diciembre de 2010

MIÉRCOLES 1ro de diciembre de 2010


Muy grave: podrían ser ya cuatro las muertes en la masacre de Formosa
Están confirmadas las muertes del Toba Roberto López y el policía Heber Falcón. Pero al toba Sixto Gómez se lo dio por muerto en muchos medios masivos, y en un comunicado, la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas de Argentina (ONPIA), da cuenta del asesinato de Mario lópez, delegado del MoCaFor (Movimiento Campesino de Formosa), embestido por un móvil policial conducido por el agente Pedro Arias, lo cual ascendería la cifra de muertos a cuatro. La comunidad toba formoseña también denuncia la existencia de desaparecidos, quema de casas, torturas en celdas y heridos muy graves. Aquí, la contundencia de las imágenes. Por Voz Entrerriana y Comunidad La Primavera.
¿Resucitó Sixto Gómez?
Seguramente no. Fuentes de la comunidad “La Primavera” afirman que Sixto Gómez fue parcialmente descerebrado por un balazo policial y aparentemente mantienen su cuerpo con vida -en coma farmacológico- para evitar un mayor costo político a causa de la brutal represión.
Pero habría un cuarto muerto cuyo asesinato no habría trascendido en los medios de comunicación y que es denunciado por un comunicado de prensa de ONPIA. Se trata del delegado del MoCaFor (Movimiento Campesino de Formosa), Mario López, de la etnia Pilagás, que fue embestido por un automóvil conducido por un oficial de la brigada de informaciones de la Policía de la provincia, identificado como Pedro Arias.
La comunidad Toba formoseña también denuncia la existencia de desaparecidos y heridos muy graves, de manera que por éstas horas es muy difícil determinar el verdadero número de muertos ocasionados por la represión policial y parapolicial bajo las órdenes del gobernador Gildo Insfrán y de terratenientes locales.
Hay un pueblo que requiere solidaridad urgente para evitar más muertes y tortura. Es imprescindible que los medios de comunicación alternativos se aboquen a la tarea de informar lo que están ocultando periodistas mercenarios -preocupados solamente por agregar monedas a su morral- que han logrado establecer un cerco informativo en torno de todo lo que por estas horas sucede en Formosa.
Testimonio directo del horror:
"La policía golpeó salvajemente a las mujeres y luego a quienes fuimos a defenderlas. Los ancianos, hombres y mujeres, fueron los más agredidos pues no pudieron salir corriendo.
Luego de la represión quemaron una a una nuestras 20 casas junto a nuestras cosas (documentos, ropa, mercadería, bicicletas). Tuvieron detenidos más de 24 horas a niños entre 4 y 17 años. También a mujeres embarazadas junto a sus bebés. A los heridos los esposaron y cuando se dormían en la celda les tiraban agua caliente para que no se durmieran. La celda era un río de sangre".
COMUNICADO DE ONPIA SOBRE REPRESIÓN POLICIAL EN FORMOSA:
26 de noviembre, 2010.- La Organización de Naciones y Pueblos Indígenas de Argentina (ONPIA), emitió un comunicado sobre la represión policial contra la población toba qom en la provincia de Formosa.
Organización de Naciones y pueblos Indígenas en Argentina - ONPIA
Formosa: la tierra está regada de sangre
MARTES TRÁGICO
La Comunidad Toba Qom de La Primavera, municipio de Laguna Blanca, departamento Pilcomayo, provincia de Formosa hace varios años que reclama la restitución de su territorio indígena; el reclamo enfrenta a la comunidad con intereses de la Provincia y la familia Celía (ganaderos). La provincia tiene proyectado construir infraestructuras para una facultad de agroindustria, por un lado, y la familia Celía se aferra a una porción de tierra y sostiene la propiedad, dentro del citado territorio.
Hace más de 4 meses que las familias Tobas iniciaron medidas de reclamos sobre la tenencia del territorio ancestral, sin que la provincia prestara intención sobre el reclamo legítimo de la Comunidad y que el gobierno de Gildo Insfrán viene violando los derechos de los Pueblos Indígenas de Formosa, la protesta se inició en la Ruta Nacional Nº 86 exigiendo al gobierno provincial la restitución de las tierras, en todo este tiempo no hubo avance hacia una solución diplomática al problema, aquellos funcionarios, religiosos, dirigentes sociales y otros que apostaron al dialogo chocaron contra un muro construido por una facción de la oligarquía que prefiere la presión, la extorsión, la represión y la muerte como medidas de escarmiento para cualquiera que cuestione el orden establecido en una Provincia feudal.
Por los hechos que se registran en Formosa se puede pensar que existen sectores del gobierno, las fuerzas de seguridad, la justicia provincial, dirigentes políticos y algunos adinerados, interesados en instalar un clima de violencia en la provincia para justificar mayor represión. Los acontecimientos de represión y muerte en la ruta nacional 86 fueron fogoneados con claridad por sectores interesados. La represión fue planificada y ejecutada por un equipo de tarea interdisciplinario; es así que a través de innumerables hechos de ataques, violencias físicas y verbales y publicaciones mediáticas se estaba construyendo el clima propicio para un desenlace trágico.
El martes 23 (trágico) de noviembre del presente año los violentos contaron con el aval del juez mediocre de la ciudad de Clorinda Dr. Mauriño, como tantos; efectivos Policiales obligados a reprimir, y el papel de Gendarmería que deja muchas dudas; resultado: represión, detenidos, heridos y tres muertos, un oficial de la policía y dos indígenas masacrados. Minorías políticas, oficialistas que apuestan a la represión y los opositores que buscan pobres muertos, lograron sus objetivos.
La ONPIA pide JUSTICIA y que se esclarezca estos ASESINATOS y que no quede Impune como los sucesos que pasaron con la COMUNIDAD NAN QOM y se lleve a los culpables a la justicia y que paguen sus delitos, que NO A LA IMPUNIDAD y que se investigue desde el gobernador hasta el último policía que participó en los acontecimientos trágicos de “La Primavera”, están involucrados funcionarios, el juez, fuerzas de seguridad y civiles. Si no se esclarece y se hace justicia con los criminales NOS LEVANTAREMOS como PUEBLO acompañado de la sociedad hacia la búsqueda de JUSTICIA aunque eso sea más doloroso. El pueblo Indígena formoseño es un pueblo manso pero todo tiene límite.
MIÉRCOLES TRÁGICO
Más dolor, más lágrimas, más muerte inocente; el miércoles 24 de noviembre el compañero Mario López, dirigente de los Pueblos Originarios, delegado del MoCaFor [Movimiento Campesino de Formosa], del Pueblo Pilagas, domiciliado en la colonia Alberdi de la localidad de Estanislao del Campo, que estaba desarrollando tarea militante en su comunidad fue embestido violentamente por un automóvil conducido por un oficial de la brigada de informaciones de la Policía de la provincia, policía identificado como Pedro Arias. El compañero salía de su precaria casa para tomar la ruta nacional 81 con una motocicleta al momento que fue atropellado de frente por el policía.
Mario López, era un destacado dirigente INDÍGENA comprometido con la causa indígena y campesina. El policía involucrado en la muerte de Mario López es un alcahuete y mercenario que se dedica a intimidar a dirigentes sociales de la zona.
Los sucesos trágicos de Formosa no se condicen con la política de Derechos Humanos y de no represión de las protestas sociales que con mucha valentía lleva adelante la Presidenta de la Nación Dra. Cristina Fernández de Kirchner.
Como ONPIA PEDIMOS JUSTICIA PARA EL PUEBLO INDÍGENA TOBA Y PILAGA DE FORMOSA y principalmente para el hermano Mario López y Familia.
BASTA DE IMPUNIDAD CON EL GOBIERNO DE FORMOSA
JUSTICIA PARA CON NUESTROS PUEBLOS
NO MÁS ASESINATOS Y DESAPARICIONES
BASTA de VIOLENCIA, BASTA de MUERTE, BASTA de IMPUNIDAD.
Por último, solicitamos la solidaridad de los organismos de Derechos Humanos y Movimientos Populares de la Argentina y el exterior.
JORGE ÑANCUCHEO
Preidente de ONPIA
http://www.servindi.org/
wichidelchaco.blogspot.com
caio.uy.over-blog.com


viernes, 26 de noviembre de 2010

Asesinato y represión en Colonia Navogoh (La Primavera)



El gobierno de Formosa reprime y mata


El gobierno nacional es cómpliceDos integrantes de la comunidad Qom (Toba) de Colonia La Primavera “Navogoh”, Formosa, fueron asesinados el martes último cuando la policía provincial -que responde desde hace 15 años al gobernador K Gildo Insfran- reprimió el corte en Ruta Nacional 86. Esta medida de lucha es sostenida por la comunidad desde hace ya 4 meses en reclamo de la recuperación de sus tierras ancestrales quitadas por el gobierno que serían destinadas a la construcción de un centro de estudios agroforestales para la Universidad Nacional de Formosa.En un primer momento fueron agredidos por la familia terrateniente Celías que se arroga la propiedad de las tierras en disputa, y luego reprimidos violentamente por la policía provincial. Este accionar de las fuerzas represivas -que hace días desalojaron a golpes a estudiantes secundarios en Formosa capital- como así también en otras oportunidades de la gendarmería nacional en alianza con los sectores terratenientes formoseños, es moneda corriente en la zona. Nuevamente sus precarias casas fueron quemadas por la policía en una práctica que se ha vuelto habitual. En varias oportunidades miembros de la comunidad fueron reprimidos, asesinados y encarcelados injustamente a través de imputaciones falsas.Félix Díaz, dirigente local, fue victima de cinco disparos ese mismo día. Asimismo la gendarmería se mantiene apostada desde hace meses frente a su domicilio.Ni siquiera la existencia del Convenio 169 de la OIT, la Declaración de Derechos Indígenas de las Naciones Unidas, el artículo 75 de la Constitución Nacional, la ley de emergencia territorial 26.160, impidió que el gobierno de Gildo Insfrán, con absoluta complicidad del gobierno de Cristina Kirchner y de todos los organismos de DDHH e indígenas gubernamentales, avancen sobre los territorios del pueblo Qom violando los derechos humanos más elementales.

“Papá murió de tristeza, esperando”


La desaparición de su hijo Néstor transformó inesperadamente a Azucena en una militante de la búsqueda. Su hija contó cómo se había infiltrado Alfredo Astiz entre esas mujeres desesperadas y cómo organizó su secuestro y desaparición.


Por Alejandra Dandan
Azucena Villaflor fue una de las madres marcadas por Alfredo Astiz, camuflado como Gustavo Niño.
Una de las querellas le preguntó qué era eso que se había olvidado de contar. Algo que tenía que ver con su padre. Cecilia de Vincenti entonces lo explicó. Era sobre una vez en la que se puso a cocinar como lo venía haciendo desde el secuestro de su madre, pero que se le ocurrió hacer todos los bifes que había en la casa. Su padre se enojó mucho pero mucho mucho, explicó. Y le dijo: “Si viene tu mamá, ¡decime qué le vas a dar de comer!”.
Cecilia se había sentado por primera vez en la silla de la sala de audiencias de los Tribunales Federales de Comodoro Py para declarar en el juicio por los crímenes de la ESMA. Estaba ahí para hablar del secuestro de su madre, Azucena Villaflor, una de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, ante el Tribunal Oral Federal Nº 5, que investiga los crímenes de la Escuela de Mecánica de la Armada. Hasta ese momento, había pasado uno de los militantes de las Ligas Agrarias, el espacio de trabajo político de la zona de Corrientes al que se sumó la monja francesa Alice Domon.
Cecilia contó después una parte de la historia de su madre, esa que empezó el 30 de noviembre de 1976 con el secuestro de su hermano Néstor. Un grupo de tareas lo secuestró en la casa. Llegaron y lo esperaron porque sólo estaba su mujer. Se llevaron a los dos después de golpearlos, y todavía estaban con vida. Néstor solía llamar todos los días a Azucena o visitarla. Ese día no lo hizo. “Mi mamá se empezó a preocupar.” Un vecino les contó, otro poco lo hizo la dueña del lugar que alquilaban: “Mi mamá a partir de ese momento empezó a estar llorosa y triste, pero a pesar de eso hizo todo: empezó a ir a las comisarías, hospitales, logró que un abogado le firmara un hábeas corpus: la vida de mi mamá cambia, su actividad empezó a ser ir a lugares donde les decían que iban a tener novedades”.
Para el mes de abril se encontró con un grupo de madres y de personas en la Vicaría Castrense. Marcos Zucker estaba muy triste. “Y mi mamá dijo públicamente que deberían encontrarse en la Plaza de Mayo, que era el lugar donde tenía que presentarle a Videla un petitorio para que les dijeran qué estaba pasando con cada uno de los hijos.”
Como una fecha que no se borra ni se cambia, Cecilia repitió la fecha del 30 de abril: era sábado, dijo, catorce mujeres se reunieron en la Plaza de Mayo. “Ahí se dan cuenta de que un sábado no tenía sentido, que debían verse un día de semana; una de las madres dijo que viernes no porque era día de brujas y a partir de ahí se instauró los jueves: todos los jueves se instalaron en la Plaza de Mayo.”
Cecilia iba a la escuela secundaria. En la plaza había cada vez más madres. Alguna vez, ella se encontró con alguna en su casa. Entre ellas, María del Rosario Cerrutti y Nora Cortiñas, charlando y preparando actividades.
“Hasta ese momento mi mamá era un ama de casa que se ocupaba de sus hijos y del marido. Siempre preparaba la comida al mediodía, o la encontrabas cebando mate a la tarde y ayudando con las tareas escolares y extraescolares, pero a partir de ese momento al mediodía me dejaba la comida preparada y salía a tener su actividad. Iban a muchas iglesias a hablar, me acuerdo de Novak en Quilmes.”
Alrededor de octubre, en la iglesia San Nicolás de Bari, le presentaron a Alfredo Astiz como Gustavo Niño. “Le dice que tenía un hermano mellizo desaparecido, que se llamaba Horacio y que su mamá no podía venir a Buenos Aires porque estaba muy enferma.” A partir de ahí, “Astiz se infiltra en las madres, gana cariño porque tiene más o menos la edad de Néstor y de los hijos de las madres, lo cuidaban, le decían que no se expusiera, que los varones mejor era que no vayan, que mejor era ser madre, que a las madres no les va a pasar nada”.
Como lo contó tiempo atrás María del Rosario Cerrutti, un día, mientras preparaban una actividad, Astiz no tenía dónde quedarse a dormir. “Mi mamá le dice a mi papá si se podía quedar en casa porque la actividad era al otro día temprano.” Carmelo dijo que no. De ninguna manera. Que Azucena entraba y salía de la casa, pero que en la casa había una hija adolescente, que no se podía quedar ningún varón.
Cecilia no sabe si fue mejor o peor. Peor, porque si Astiz se hubiese quedado ahora podría reconocerlo. Pero por otro lado cree que así fue mejor: “Haber dormido con un torturador en la casa debe ser terrible”.
En la sala se había sentado Ricardo Cavallo en la línea de acusados. En el piso de arriba, donde suele acomodarse orondamente la flotilla de camaradas, alguien intentaba buscarlo con la vista poco más tarde. ¿Está Ricki?, preguntó. ¿Y, lo ves? ¿Saluda? Esperá, le decía una mujer: esperá que se ponga los lentes.
En octubre de 1977 un grupo de madres cayó en una emboscada. Las subieron a colectivos y las llevaron detenidas a una comisaría. Les preguntaron una por una quiénes eran y qué estaban haciendo. Todas respondieron que estaban buscando a los hijos desaparecidos. Mientras tanto, una madre avisó a la familia. Carmelo fue a buscar a Azucena y empezó a decirle que se tenía que cuidar. “Mi mamá firmaba todo con su nombre y apellido, ponía la dirección de mi casa, mi papá le decía que se cuidara que tenía otros hijos además de Néstor, pero ella decía que no, que tenía que buscar a Néstor y saber qué había pasado con él.”
El 8 de diciembre se hace el operativo en la Iglesia de Santa Cruz en el que secuestran a Alice Domon pero además a dos de las madres, Esther Careaga y María Ponce de Bianco. El 10 iba a salir la solicitada con la primera lista de nombres, apellidos y DNI de las personas que buscaban. Azucena no dijo nada en su casa: “El viernes fue un día con mucha actividad, a la tarde estuvo con mi tía cebando mate, alrededor de las ocho de la noche llegó Aida Sarti y se puso a conversar con mi mamá”. Cecilia y Azucena la acompañaron después a la esquina de Mitre. “La cara de mi mamá no era la misma, tenía los ojos más salidos, cara de preocupación, ojos llorosos, yo esperaba a las diez de la noche porque empezaba una novela de Migré, y le digo: ‘¿Mamá. qué te pasa, estás rara?’”. “Lo que pasa”, le dijo Azucena, “es que se llevaron a un grupo de madres de la Iglesia Santa Cruz pero no sé cómo contárselo a tu padre. A la mañana, cuando te levantes a cebarle mate antes de que se vaya a trabajar, se lo decís”, le dijo su hija. Al día siguiente, su padre se fue a trabajar, Azucena salió a comprar el diario con la solicitada, compró facturas y volvió a la casa. Golpeó la puerta del cuarto de Cecilia: “Me dijo: ‘Nena. ¿qué querés comer?, ¿carne o pescado?’. Yo le dije pescado, y ella me dijo: ‘Qué suerte, así voy a comprar otro ejemplar del diario porque éste salió borroso’”.
A Azucena la secuestraron cuando cruzaba la avenida Mitre. Un grupo de dos autos y ocho hombres la encerró. Trató de resistirse. Un colectivo de la línea 98 intentó parar para ver qué pasaba, pero apuntándolo le ordenaron seguir de largo. La señora que ayudaba en la casa despertó a Cecilia diciéndole que habían “levantado” a la madre. Ella que no entendía que levantar era lo que era, pensó en cambiarse y salir a Mitre para ver un accidente. Y Elvira le dijo: “Se la llevaron a tu mamá como a tu hermano”.
Cecilia levantó los papelitos con los nombres de los desaparecidos que estaban en la casa. Los guardó en bolsas de comprar y los llevó a casa de una vecina abajo de dos botellas por si llegaban a buscarlos. Entre los papeles estaba el nombre de Horacio y Gustavo Niño.
Carmelo murió antes del retorno de la democracia. Nunca supo qué pasó con Azucena. María del Rosario los visitaba los sábados a la tarde, les contaba novedades y Carmelo se sumó los jueves a las rondas de las Madres. “No podía soportar la vida sin mi mamá –dijo Cecilia–: todos los días creía que iban a venir, que se la habían llevado para darle un susto porque no tenía militancia más que en la búsqueda de saber qué había pasado con sus hijos, así que se muere de tristeza.” Era habitual encontrarlo a las tardes sentado en la puerta de casa, mirando a la avenida Mitre, llorando y esperando que Azucena volviera.
En ese ir y venir del juicio, alguien le preguntó a Cecilia poco más sobre su madre. Le dijo “perdón por la pregunta, pero ¿cómo era su madre?” Era un abogado de la querella. Cecilia contó cómo organizaba en el barrio a los vecinos para conseguir cosas como el gas natural o que cuando desapareció Néstor levantó firmas entre los vecinos para que le ayudaran a decir que era un muchacho trabajador, buen vecino y solidario. “Creo que así fue, que lo que hizo por Néstor lo hubiese hecho por otros: era mujer de armas tomar, que no se iba a quedar quieta.”

martes, 9 de noviembre de 2010

El amor vence


Por José Pablo Feinmann
Hizo pintar –en paredes de Mar del Plata, por ejemplo– leyendas de un cinismo memorable: Ganar la paz, decía una. La otra era peor: El amor vence. Galimberti, que lo conocía bien, decía: “Cuando Massera quiere hablar con alguien, lo secuestra”. Desde la picana pensaba llegar al poder absoluto. Tenía pinta y sonrisa como para imaginarse un nuevo Perón. Era un megalómano delirante. Durante el Juicio a las Juntas, desafiante, dijo a la audiencia, a los jueces, a los periodistas, a todos: “A ustedes les queda la crónica, a mí la Historia”. Tenía razón. Por desgracia, Massera pertenece a la historia de nuestro país, a su historia más profunda, a su lógica más perversa. Y más todavía. Pertenece, Massera, al gran Museo de Horrores de la Humanidad. Como el genocidio argentino, del que fue uno de sus más señalados protagonistas.
En Los hundidos y los salvados, Primo Levi marca a los asesinos de este país como imitadores de los criminales alemanes. Dice: “Sus imitadores en Argentina y Chile”. Eso fueron Massera y todos los restantes capitostes de la masacre: imitadores de Himmler, de Goering, de Hess, de Eichmann. Tenía razón Massera esa tarde ante el tribunal que lo juzgaba: no tanto en el primer sentido de su afirmación (“A ustedes les queda la crónica”), pero sí en el segundo: “A mí la Historia”. Sí, le queda la Historia. Ingresó, con pleno derecho, a la historias de las grandes masacres del siglo XX. Y del lado de los masacradores.
Pero hay algo más en el Almirante: a la masacre le añade la crueldad. La ESMA –de la que era jefe absoluto, amo y señor de la vida y de la muerte–- era un campo de concentración y exterminio. Pero, al ser un campo de recabamiento de información, era un campo de torturas. La tortura le fue más esencial a la ESMA que a Auschwitz. El detenido que ingresaba en Auschwitz, el que cruzaba ese portón en que había un cartel que decía El trabajo os hará libres, iba, sin duda, a morir, tarde o temprano habría de morir, pero muchos no fueron torturados, porque Auschwitz no era un centro de acumulación de información. La información, su búsqueda, su urgente necesidad de posesión para atrapar a los otros, a los ligados al detenido antes de que pudieran escapar, era propia de la ESMA. La ESMA era, en primera instancia, un centro de búsqueda de información, es decir, un centro de torturas. Además, la tortura era parte de un esquema prefijado que se proponía quebrar al detenido. Y era tan terrible que muchos, luego de pasar por ella, preferían morir antes que volver. Fue, como Drácula, un empalador. Llenó de cadáveres el Río de la Plata. Gritó (junto a Videla y Agosti y todos los enfervorizados hinchas que desbordaban el estadio de River Plate) los goles de la Selección Argentina, los goles de Kempes, el matador. Con cada gol argentino, más poder para Massera. Más poder para que secuestrara, torturara, violara, prohibiera, le dijera al mundo que éste era el país de las maravillas y que, aquí, se vivía en medio de la alegría y el respeto por los derechos humanos.
Que ahora se muera no sirve para nada. Todos, alguna vez, nos vamos a morir. Massera ya hizo en nuestra historia todo el daño que podía hacer. Lo pidió un pueblo que quería orden y él le dio ese orden. Una de las primeras publicidades televisivas de la Junta decía: Orden, orden, orden, cuando hay orden el país se construye de arriba abajo. En esa búsqueda de orden, siempre exigida por los argentinos, hay que encontrar la explicación de la existencia de monstruos como Massera. Si alguien, hoy, le desea el Infierno, se equivoca. Si Massera va al Infierno lo van a recibir como a un héroe. Al cabo, él es uno de sus creadores. El creador de una de las figuras más perfectas del Infierno, la ESMA. ¿Podríamos entonces desearle el Cielo, ese lugar donde un Dios justo le señalaría sus culpas? Ocurre, sin embargo, que el Cielo y ese Dios justo no existen. ¿Cómo habrían de existir si existió Massera?

miércoles, 22 de septiembre de 2010

miércoles, 25 de agosto de 2010

DOCUMENTAL "LA ESCALADA"

Dejamos los enlaces de descarga del documental "La Escalada". Cualquier consulta mandanos un mensaje.
Enlace de descarga del documental: http://www.multiupload.com/8763SPA7DB
Enlace de descarga de la portada: http://www.multiupload.com/JY43N243GO
Otro enlace de descarga comprimido: http://www.multiupload.com/Z9GU0PI458

martes, 23 de marzo de 2010

24 DE MARZO DE 1976



Día funesto si los hay, el 24 de marzo nos hace recordar lo que fuimos como pueblo movilizado en las luchas reivindicatorias, nos recuerda lo que somos capaces de realizar si hay convicción y un pensamiento que contemple al otro (inmediato y/o lejano), el 24 de Marzo de 1976, marca un antes y después. Lo que sabemos y experimentamos todos los días, es el resultado que se vislumbra y expresa en una realidad cada vez más cruel, injusta, y utilitaria.
Pensamos que no nos hace falta más que caminar por las calles de cualquier latitud y ver como se expresa esta realidad que logra alienar la vista, en su mayoría: situaciones de pobreza, mendicidad, individualismo, competencia feroz, intolerancia, y la lista puede continuar…, desde ya que se puede identificar acciones que demuestran lo contrario, que debemos multiplicar, pero la racionalidad capitalista se expresa con más ostentación dado que se encuentra avalada por un sistema que se impone en la sociedad y el cuál por el momento su antítesis emerge como una alternativa incipiente. Paradójicamente surge en la actualidad un pensamiento binario (oposición Vs. gobierno), el cuál se luce en nuestros días como alternativa de doble salida pero que conducen por distintos carriles hacia el afianzamiento del sistema (bajar cuadros de represores, asignación por hijo, impulsar política de derechos humanos, ley de medios y otras acciones de gobierno, sobre la oposición con una palabra se puede definir su acción “conservar” el sistema), al sacar unas capas de pintura nos demuestra que el sistema capitalista con matices más humanos o menos humanos, sigue siendo en el fondo el sistema capitalista.
Por eso, el 24 de marzo, es mucho más que sólo una mera fecha de conmemoración, es una fecha que nos marca, los años devinieron en pura represión, control social y luego establecimiento del disciplinamiento, llegando a nuestros días a Ser lo que no querían Ser los 30.000 compañeros desaparecidos y sobrevivientes, dejando de lado intereses individuales, pensando en conjunto, más allá de que fueran Monto, Perros, Tercer Mundistas, Anarcos, Independientes, Etc., en cada uno de ellos nos encontrábamos nosotros como futuro posible.
El gobierno conjuntamente con algunos organismos de derechos humanos estableció una batalla en Plaza de Mayo, el botín sería apropiarse de la representatividad de los 30.000 seres humanos secuestrados y desaparecidos por el aparato estatal, la apropiación de tal simbología ¿que va a aportar?, el estado debería honrarlos agilizando los Juicios de la Verdad, desclasificando los archivos de la represión, no luchando con su aparato en la Plaza dividiendo aguas, si ganara la contienda, el actual gobierno ¿que va a ser?, ¿más progresista?, ¿revolucionario?...
Las acciones destinadas a establecer disciplina social que llevaron a cabo los milicos genocidas cuando tomaron el poder el 24 de Marzo, siguen vigentes, algunas disfrazadas, otras no, y nos muestran la impunidad de las clases dominantes, sus negocios multimillonarios no han sido alterados, desde ya la maximización de ganancias esta inalterada y potenciada. Unificamos nuestra voz en solicitar:”Juicio y Castigo”, pero la otra cuestión sería modificar radicalmente el sistema que permite desarrollar y afianzar al capitalismo.
Humildemente pensamos que la mejor forma de conmemorarlos es tratar de asumir la difícil tarea de denunciar al sistema y cambiar la apreciación de la realidad establecida (vía medios de comunicación masiva), cuestionarse día a día el ¿por qué?, como puntapié inicial de la transformación real de este pastiche que se presenta como dado.
En nuestros pensamientos están los compañeros torturados, desaparecidos y sobrevivientes, las víctimas de la represión dictatorial se encarnan en cada pibe con la panza hinchada de inanición, en cada indigente, en cada obrero explotado, en cada adicto al paco, en cada víctima del gatillo fácil, en cada fracaso como pueblo, que no contiene, sino que expulsa individuos, día a día la realidad nos interpela, y la repuesta es: ellos no esta(ba)n equivocados…
HORMIGA NEGRA PRODUCCIONES

sábado, 27 de febrero de 2010

Cárcel común para el genocida Antonio Domingo Bussi

“…Bussi fue el responsable en Tucumán durante la dictadura de los desaparecidos. Que se le vio ejecutando de manos propias a algunos desaparecidos, como Luis Falí, a quien arrojaron a un foso de un solo tiro; otros dos detenidos desaparecidos fueron linchados por Bussi mientras se les interrogaba con la "manguera," elemento de tortura, teniéndolo varias horas hasta hacerlos morir. Que fue el responsable de exterminio. Que existen testimonios que de manos propias mató en tres casos. Que a Bussi le investigaron y tenía tres millones de dólares en bienes muebles e inmuebles (...) Que se estableció que el enriquecimiento fue posterior al 76…”

(Testimonio de Malvina Seguí, en la 23ª sesión del juicio oral a Adolfo Scilingo en la Audiencia Nacional Española).

Desde este espacio, solicitamos cárcel común para el genocida Bussi, y la continuidad de los juicios por la verdad.